Frederic Montornés (Sitges, 1963) es crítico de arte y comisario independiente. Se licenció en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona y posteriormente estudió en el Centre National d’Art Contemporain de Grenoble Le Magasin. Su trayectoria profesional se inició con varios ciclos de exposiciones del Espai 13 de la Fundació Miró durante 1991 y 1994. Concretamente, ‘Comunicacions. El vigor de l’efímer’, ‘Bloc de fragments’ y ‘Sense títol’. Ha organizado exposiciones en varios centros de Barcelona, como La Capella (1996-1997) o el Palau de la Virreina (2002-2004). A nivel internacional, ha trabajado en Zé dos Bois (Lisboa, 1999), Centro de Arte Joven (Madrid, 1998), Galería Luis Adelantado (Valencia, 1998) y el Instituto Cervantes de Roma (1999), entre otros lugares. Entre 2004 y 2007 formó parte del grupo comisarial del Centre d’Arts Santa Mònica. Actualmente es el director de contenidos del programa de televisión ‘Territori contemporani‘, que tiene el objetivo de visibilizar las plataformas del arte contemporáneo en las comarcas.
Su forma de entender el arte contemporáneo se sitúa en ese lugar de permeabilidad social que cuestiona los convencionalismos y revisa cualquier tipo de discurso. Este año estará presente en la edición de ON MEDIATION/6, donde llevará a cabo una sesión el 21 de noviembre de 18 a 21h.
Helena Moreno – Pienso que tu blog es muy ilustrativo de tu forma de pensar. En él tratas cuestiones que cada vez se vuelven más indispensables, como la necesidad de desestabilizar los convencionalismos desde la institución. ¿Bajo qué acciones crees que se puede conseguir?
Frederic Montornés – Si por desestabilizar la institución se entiende desestabilizar los prejuicios o discursos hegemónicos, francamente no tengo la respuesta que pueda dar por terminado todo esto. Sí puedo decirte que desde un enfoque individual intento, si no desestabilizar, cuanto menos ofrecer otro punto de vista perfectamente posible. No se trata tanto de juzgar o valorar qué es lo que me transmiten ciertas prácticas artísticas.
HM – ¿Están suficientemente activadas hoy en día?
FM – Están perfectamente activadas pero el poder de las tendencias hace que se desactiven para que puedan salir otras. Nada se carga nada porque a la que has activado algo ya deja de interesar.
Lo que es difícil ahora mismo es la permanencia de ciertas actitudes. Me da la impresión de que todo es más pasajero, más rápido, menos reflexivo quizás. No es una crítica: todo ello responde a un tiempo dominado por la cantidad de información que corre por Internet, que hace que sea prácticamente imposible articular un juicio lo suficientemente sólido como para resistir cualquier envite. Una posible vía es especializarse en algo muy concreto, lo cual es muy digno; por ejemplo las prácticas que cuestionan temas de carácter más social.
HM – ¿Es ‘activar’ el verbo que corresponde, o más bien ‘repensar’?
FM – Estamos obligados a repensar las prácticas para reafirmarnos en la especialización que cada uno ha tomado o saber qué lugar ha ocupado manteniéndose firme en sus propios discursos. Hay que repensarlo para no quedarte fuera de la circulación que se da en el ámbito artístico. Uno siempre puede optar por la excentricidad, pero tendría que tener otro medio de subsistencia.
HM – No estoy segura de que el término ‘éxito’ tenga aquí mucho sentido ¿Para ti lo tiene?
FM – La palabra éxito es absolutamente perversa, desafortunada y carente de sentido global. Éxito en base a qué, en relación a qué, en función de qué. Puedes tener éxito para tus padres, en el mercado local, nacional… Creo que es poco interesante como palabra para tener en el horizonte. ¿De qué depende? ¿De quién depende? No es ni reconocimiento. Reconocimiento implica un juicio de valor a partir de un trabajo que ha sido estudiado, pero el éxito lo asocio a cosas más circunstanciales y para nada me ha interesado el uso de este término para ninguno de los agentes que trabajan en el mundo del arte. No me aporta nada.
HM – En todo caso, el sistema del arte sigue funcionando bajo la lógica del reconocimiento. ¿Continúa siendo indispensable para lograr la legitimación?
FM – Te ayuda saber que lo que tú propones interesa a una comunidad. No sé hasta qué punto es necesario el reconocimiento, pero se agradece cuando ves que lo que estás planteando no cae en saco roto. Todos los temas son interesantes si la manera de plantearlos es singular o aporta algo distinto. No tiene por qué ser un tema que está en boga.
HM – Me vienen a la cabeza varios proyectos que son fruto del querer salirse de los convencionalismos y que sin embargo lograron ser reconocidos; por ejemplo, Post-it City. Ciudades ocasionales. ¿Operan ahí del mismo modo el reconocimiento y la legitimación?
FM – Es importante quién está detrás de los proyectos. Igualmente, de alguna manera siempre se intenta hacer algo que esté al margen, que tenga reconocimiento o no a partir de esto.
Lo que más me interesa es qué pueden aportar nuevas miradas a un discurso que está permanetemente necesitado de movimiento. Este querer aportar viene de voces singulares, más jóvenes.
HM – Creo que sin ir más lejos Barcelona es un buen ejemplo de cómo el sistema del arte puede en cierto modo reconducirse. ¿Qué flujos de la ciudad consideras imprescindibles?
FM – Yo no creo que haya nada especial en Barcelona. Si tuviera que haber algo especial sería algo que ya viene dándose durante años con el establecimiento de centros que promocionan a artistas emergentes, como el Espai 13. Esto hizo que en la ciudad se dieran varias iniciativas parecidas para dar visibilidad a artistas y también a comisarios jóvenes. Todo esto ha estado siempre muy presente en la idiosincrasia artística de esta ciudad; la promoción de la emergencia. Los centros que siguen existiendo son los que mueven la emergencia.
Lo difícil es realmente lo que no creo que haya habido: un seguimiento en el tiempo de los trabajos que han hecho según quiénes, tanto artistas como comisarios.
HM – ¿Piensas que una feria como Swab ayuda a potenciar el sistema artístico de Barcelona o por el contrario perjudica su imagen?
FM – No creo que perjudique nada que ha conseguido resistir, lo que sí es triste es que no haya un apoyo a una iniciativa privada como es Swab por parte de las galerías de la propia ciudad. Las razones las ignoro, pero me parece tristísimo que no haya marcos de colaboración.
Todas las iniciativas que consiguen atraer la atención del sector son premeditadas, entonces yo creo que el sector ya hace su trabajo en ese sentido: aporta alternativas. Lo que falta en este país es que se lo crean las instituciones y que decidan apostar por la cultura.
Por Helena Moreno Mata