Ana Valenciano
La guerra acaba de terminar y me despierto soterrada bajo el objeto luminoso. Lo último que recuerdo es una luz parpadeante detrás de una cortina. «Perdona, la sala está cerrada», decía el guarda minutos antes. Es la sala Nivel 0 del Arts Santa Mónica, en Barcelona. Una cortina separaba el mundo conocido de todo lo demás y ahora me encuentro aquí, al otro lado, en la soledad de la habitación donde se produce el encuentro con la materia, el objeto, la cosa.
El torrente de materiales irrumpe en escena. He sobrevivido al antropoceno, la humanidad se ha extinguido; sólo quedan los objetos y lo primero que veo es la escultura de Lucia C. Pino (Valencia, 1977). Su presencia se impone en el espacio atravesando la estancia como una implosión silente. En ella toda la materia bombea, palpita y desea. En mi deambular, un sonido procedente de algún lugar remoto interrumpe este mutismo. «Aún hay esperanza para la vida», pienso. La visita imaginativa por el apocalipsis parece inquietar al guarda que, en un acto de bondad, me había dejado pasar.
Distintas maneras de estar en el mundo
El código marcado de comportamiento en la visita al museo se rompe. Desplomada en el suelo (a falta de sillas), percibo el objeto de forma íntima. Cada cosa tiene un código de actuación que hemos adoptado sin esfuerzo. La importancia de los objetos dentro del mundo ha sido desplazada. Nos hemos desprendido de esa preocupación, olvidando que estos transforman la identidad, la actitud y el pensamiento.
En la práctica artística las teorías dejan de tener importancia. Para Lucia no importan tanto los objetos en sí como los espacios en donde la materia experimenta distintas relaciones. En este caso, los elementos se confunden, mezclan y atraviesan a partir de capas que abren el espacio a la posibilidad. Es un encuentro con la realidad que permite el paso a distintas maneras de estar en el mundo.
Deleuze nos enseñó que en un libro no hay nada que comprender; tampoco en el arte. Tan sólo hay que preguntarse cómo funciona, qué ideas introduce y qué transforma. Ante la pieza colosal de esta sala hay que entregarse a la fuga mental, para acceder a lo material, transitar en él y vivir una nueva relación con las cosas. La materia tiene una vibración que ningún otro medio tiene y aunque la imagen de esta exposición sea reproducida hasta la extenuación jamás se podrá experimentar del mismo modo que estando aquí donde la pieza huele, susurra y hasta transforma.
Título: Lucía C. Pino: Cuando los objetos nos llaman
Fechas: del 4 de mayo al 3 de septiembre de 2017.
Comisaria: Sonia Fernández Pan
Foto: ABC
Publicación original: http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-lucia-pino-cuando-objetos-llaman-201706021321_noticia.html