Horizonte de sucesos

Huma Mulji, Sarwar Road: July 26th, 2011.

        Al descubierto o a escondidas. Exposición comisariada por Raqs Media Collective.

        MACBA (06 nov. 2018 al 27 mar. 2019)

 

SUSANA PARDO MARTÍNEZ

Conscientes de que cargamos con la mochila de la cultura, esa estructura de saberes que nos sirve como base para conocer, pensar y relacionarnos, la propuesta de los comisarios (Raqs Media Collective) es la de aplicar una metodología caótica: liberarnos de los prejuicios de lo conocido, de la tiranía de lo percibido por los sentidos y los límites de los modos de pensar. Animan a imaginar otras formas de relación entre el conocimiento histórico y las altas tecnologías futuras. Esta exposición se adentra en lo oculto para descubrir la potencialidad del vacío generador. En un aparente caldo de cultivo enmarañado y sin sentido, se van desplegando ecos metafísicos que surgen de conectar la materia orgánica con la inorgánica; las ciencias desde el Renacimiento con la inteligencia artificial del siglo XXI; las filosofías occidentales y orientales; lo visible e invisible.

Tal como sugiere la epistemología anárquica del filósofo Paul Feyerabend1, “Al descubierto o a escondidas” es una exposición cuyos contenidos son multidimensionales de resonancias diversas, plurales, cargadas de vitalidad y lucidez. A pesar de ser una muestra liberada de cualquier metodología de principios consolidados, es aconsejable seguir el orden en el que ha sido concebida, ya que desde la primera pieza, la fotografía del pakistaní Huma Mulji, queda evidenciado que lo que se va a mostrar es una tentativa por llegar desde la lógica al misterio, de lo sensorial a lo intuido. La nube de humo rosado no nos deja observar el paisaje completo (muy anodino, por otro lado). Lo que hay más allá nos está vedado. No hay más remedio que hacer uso de la imaginación para terminar la imagen, pero sobre todo para entender qué origina ese humo rosado, qué significa, si es natural o alguien ha vertido una sustancia tóxica o se trata de una explosión o un derrumbe. Solo conocemos, por el título, la carretera que referencia y la fecha en que se tomó la foto: Sarwar Road: July 26th 2011. «Para saber hay que imaginarse», dice Didi-Huberman2, y esta es la primera premisa de la exposición que nos impele a pensar y recrear nuevos escenarios de relación y conocimiento a partir de las fracturas que se abren en las estructuras creadas durante siglos y cuyas huellas han quedado impresas en la tradición, a pesar de que, como afirman los comisarios del Raqs Media Collective, «cada muro que se derrumba hace que se levante polvo».

Pero ¿qué es lo que nos llega cuando miramos? Nuestros sentidos solo captan lo que podemos reconocer; nuestro cerebro solo decodifica aquello en lo que hemos sido formados. Estamos programados para movernos en unas coordenadas de espacio-tiempo acotadas donde asimilamos y analizamos, nos distinguimos como individuos singulares y constituimos comunidades dentro de los márgenes de una cultura cuya historia, códigos, referencias, tecnología, creencias, etc. manejamos en mayor o menor medida.

La cultura y el lenguaje son ese magma vivo que sienta las bases gracias a las cuales es posible comunicarse y entenderse. Michel Foucault lo explicaba instaurando una ciencia que él llama «arqueología del saber» en su libro Las palabras y las cosas3. Al analizar el progreso de la cultura, consideró que el discurso de cada época se articula alrededor de un paradigma determinado o «episteme», cuya evolución responde a un proceso discontinuo de superposición en capas o estratos desmintiendo la idea vertical de avance histórico. Así, cada territorio epistémico es el lugar donde se consolidan unos saberes que condicionan el modo de pensar, entender e interpretar el mundo vinculado a una época.

De esta forma, la pieza de John Gerrard utiliza la rana para provocar un choque epistémico, proyectando un vídeo en grandes dimensiones con la imagen de esta rana sometida a una simulación de gravedad cero en un espacio aséptico e hipertecnificado. La cartela de la pieza explica el origen conceptual del vídeo: una imagen de la obra El carro de heno del Bosco fechada entre 1500 y 1516. La conexión entre imagen y texto colisionan produciendo confusión; pero este es el fundamento de la pieza, generar un derrumbamiento de las significaciones epistemológicas para reformular el presente desde lo visible y conocido y proyectarlo a un futuro que reelabore una historia amplificada e inclusiva. Si, tal como explica Foucault, el episteme hasta el Renacimiento era «la semejanza», entonces el Bosco no hace más que concretar en un objeto visible la auténtica prosa de dios: la pintura de El carro de heno advierte sobre el pecado, critica el esfuerzo que el ser humano invierte en la acumulación de riquezas y su sinsentido al jugarse una vida eterna celestial por la corta y efímera vida terrestre cargada de violencia y placeres mundanos. Pero la rana también es protagonista del descubrimiento de la electricidad por Galvani, quien la inmortalizó en sus dibujos científicos.

John Gerrard, X. Laevis, 2017.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Foucault afirma que el episteme del siglo XVIII estaba dirigido por «la representación», es decir, de una correspondencia fiel entre las palabras y las cosas se pasa a elevar el signo a una posición de poder por encima del objeto para conocer la realidad. Esto implica el origen de la historia científica que teorizará sobre la naturaleza y sus fenómenos para organizar y categorizar la vida, y todo ello acompañado de la subjetivación a partir de Kant: la llamada «revolución copernicana»4, que provoca la traslación del punto focal: de las cosas dadas por dios se vuelve la mirada al hombre que ya no ha de adaptarse al mundo impuesto, sino que el objeto adquiere su condición solo al relacionarse con el sujeto que lo percibe a través de su sensibilidad y lo piensa sometiéndolo a las leyes del intelecto. Superadas las barreras del historicismo científico, se llega a la rana de Gerrard que se mantiene inmóvil flotando en un medio ajeno. Ahora se pone a prueba su propia supervivencia en un hipotético mundo por venir. ¿Cómo se comportaría la misma rana en un nuevo contexto provista de nuevas significaciones? ¿Sería capaz de sobrevivir? ¿Merecería la pena el esfuerzo biológico de adaptación a la naturaleza? Imaginar las transformaciones de cambio de paradigma hace emerger los miedos por el futuro ante la pérdida de referentes, y es por ello que cuesta menos hacer proyecciones ficcionales a larguísimo plazo antes que abordar las cuestiones que se desarrollarán a 20 años vista. El salto de episteme desconcierta. No disponer de asideros que guíen las transformaciones supone la misma incertidumbre que sufre la rana flotando en un ecosistema desconocido.

A continuación, la sala 2 acoge la convergencia entre el mundo a escala humana con el espacio cósmico. La organicidad del cuerpo está representada por las siguientes obras: por un lado, la instalación Capa formada por obras anónimas de mujeres chinas donde se arman diferentes tejidos usados y pegados con cola de arroz a modo de collage; son piezas que simbolizan la piel, esa superficie fronteriza que confiere identidad y permite la comunicación. En segundo lugar se disponen las obras de Bhagwati Prasad dispuestas en una serie de pinturas de tinta sobre cuero de cabra y tensadas por cuerdas en bastidores; estas, además de la piel, representan el esqueleto que mantiene, da forma y energía y proporciona el movimiento. Y por último, se completa la parte física de lo orgánico con la pieza Vientre de lo extraño de Rupali Gupte & Prasad Shetty, que se erige a modo de estómago gigante que invita a la participación y al juego. Esta última obra estimula la imaginación por medio del conocimiento existente y fijado en los libros que contiene, además de abrir la puerta a lo desconocido, dejando pasar los misterios de lo insólito e inexplicable. Un estómago que participa de la metáfora de lo que es percibido y absorbido por el cuerpo para convertirse en parte de él, de su forma y su pensamiento, pero al mismo tiempo elimina lo sobrante, lo que no es posible asimilar por cantidad o cualidad, lo que ya no sirve por obsoleto y que es sustituido por nuevos paradigmas personales, sociales o virtuales. Lo orgánico es entendido como una formación en constante evolución; la estructura corporal y mental ha de mantenerse en continua transformación para adaptarse al movimiento de los múltiples ecosistemas interiores y exteriores. Este proceso de aprendizaje y crecimiento no pretende crear un «yo inmutable», sino una subjetividad en proceso transversal capaz de generar una suerte de felicidad que se extienda entre otros individuos y colectivos.

Los vínculos entre los seres humanos, su organicidad transformadora unida a su potencialidad creativa, y su interacción con el entorno a escala micro y macro, genera la complejidad. Cada uno de los fragmentos que la componen responde a una lógica que podemos entender por separado. Sin embargo, al ponerlos en relación y condicionarlos a convivir en un espacio expositivo acotado, el conjunto no responde a ninguna conclusión razonablemente argumentada por sistema de pensamiento alguno, ni a parámetros de significación correspondientes a nuestro episteme. En estos conceptos está basado lo que Raqs Media Collective ha denominado Punya otswe buladu; se trata de un proyecto curatorial en curso (cuyo planteamiento se muestra en la exposición “Al descubierto o a escondidas”) destinado a romper los enlaces lógicos y coherentes del escenario dado por válido en nuestra cultura. Los comisarios proponen provocar el derrumbamiento de muros que limitan, destruir los caminos marcados por el pensamiento hegemónico y, por qué no, inducir al salto de episteme.

Raqs Media Collective, Punya otswe buladu, 2018.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De esta forma mezclan piezas aparentemente inconexas: hay toda una pared que reproduce ciertas constelaciones, donde se abren dos hornacinas rectangulares en cuyas repisas se han colocado tiestos con geranios; hay un monitor con animación manga; unas postales con dibujos de aviones enmarcadas y dispuestas perpendicularmente a la pared; una serie de bocetos de Neo (Hlasko) Mahlasela donde aparecen desde elementos abstractos de condensación ectoplásmica a formaciones orgánicas como criaturas primitivas, hasta unas piernas humanas o paisajes cósmicos; se proyecta una entrevista del colectivo NTU al científico de Zimbawe, Maxwell Chikumbutso, creador de un vehículo eléctrico que supuestamente desafía lo que en física se conoce como la Ley de la Conservación de Energía; además se habilita una mesa con documentos sobre el proceso del proyecto curatorial aún en fase de investigación.

Este es un espacio que parte de unidades de significación razonable (todo lo explicado por las ciencias de la astronomía, la física, la naturaleza, la tecnología, la medicina; las humanidades con la literatura, la filosofía, el arte, la arquitectura, la música, las tradiciones, la artesanía… ). Se muestran pinceladas de nuestra cultura, de nuestros saberes teóricos y campos de acción experiencial, que no siempre soportan la tensión de la cercanía, llegando  colisionar y ocasionar un colapso mental. Kobelo Malatsi (Raqs Media Collective) recomienda salir del territorio de la lógica «para inducir una ruptura con los sistemas heredados de la lógica empírica». Una exploración que produzca nuevas conexiones, nuevos relatos que fomenten la búsqueda de soluciones imaginativas más allá de lo razonable: como ese coche que fue inspirado por dios, según el ingeniero que lo construyó y que no es un hecho aislado, ya que otros científicos han resuelto problemas a través de sueños o experiencias extrasensoriales.

La fusión y el intercambio entre escenarios físicos y metafísicos es una realidad de futuro que se está materializando en el presente y lo demuestra el programa de inteligencia artificial RACTER (espacio 3), creado para generar textos en prosa y en poesía. Una pieza que se sitúa en el centro de dos mundos, uno que empieza a no ser un reflejo fiel y nos cuesta cada vez más reconocerlo como propio; y otro que está en construcción, pues todavía se están erigiendo los cimientos y no es habitable.

Este proyecto de conexiones o colisiones se extiende de forma discontinua por la sala 4. El aparente galimatías de la muestra es un reto para el espectador, que debe desligarse de cualquier regla conocida para entender todas las disonancias que se despliegan ante él. Explicar minuciosamente pieza por pieza no es el objetivo, porque rompería la coherencia de los ecos incoherentes que se mueven como el gas y penetran de manera intuitiva y diversa en cada espectador. Hay que dejarse llevar por lo que se sugiere, más allá de racionalizar. Nunca se sabe cuál es la chispa que va a provocar el cortocircuito en nuestras neuronas, también representadas aquí por los dibujos que realizó Ramón y Cajal. Todo es susceptible de conectarse y transmitir una corriente eléctrica que se manifieste en forma de pensamiento, palabra o acción.

Se ha organizado un espacio donde conviven obras de reivindicación política como los videos de Lucy Parker titulados Evidencia (2015) o Disculpas (2016); piezas que sugieren lo absurdo como la flotante Barandilla de banco de Hassan Khan, que sin embargo referencia entidades financieras que alojan el dinero del narcotráfico; instalaciones como La escultura del mundo de Liao Fei (2015) que plantean una destrucción de la vida por fuerzas naturales que arrasan y nos hacen comprender la fragilidad de lo físico frente a la inmortalidad de la inteligencia artificial en el espacio virtual; la pretensión de abrir grietas por donde entren otros aires con nuevas posibilidades de construir o deconstruir, como en el vídeo de Cristina Lucas, Toca y vete (2010), donde se invita a viandantes a romper los cristales de una fábrica abandonada desde las reconversiones industriales de los años ochenta en Liverpool. Estas acciones, pequeñas e individuales, pueden ser una resistencia o una reivindicación, pero ante todo son el susurro de unos artistas que pueden provocar el huracán que haga mover la dinámica de un sistema anclado.

Son muchas las referencias y resonancias que emanan de las obras que han sido creadas en el «horizonte de sucesos», esa frontera que permite divisar la turbulencia que queda atrapada en el agujero negro, sin ser víctima de su fuerza absorbente. Ese lugar privilegiado al que tienen acceso los artistas por medio de la intuición y la imaginación, les permite crear piezas lúcidas como la escultura de Marzia Farhana titulada Acto de resistencia, donde conecta la dualidad y el equilibrio inestable que rige el universo desde que se produjo el Big bang, cuando la materia era tan densa y replegada y el vacío tan inmenso que no pudo soportar la tensión de la extrema inestabilidad. Una enorme nada que contradice un posible todo absoluto, de tal manera que se produce la explosión que habilita la vida. La artista ha construido la paradoja que aúna a los opuestos que se complementan. La tensión existente entre dos fuerzas contrarias origina el universo y se compensan a través de la dualidad, ese yin-yang entre lo orgánico y lo inorgánico, la tecnología y el arte. En esta pieza todo está construido y fijado en precario pero fuertemente alimentado en ambos polos de la escultura: de un lado dos motores de apariencia muy sólida y potente; y en el extremo opuesto dos lienzos donde están pintadas partes del cuerpo humano. Ambos polos son creaciones humanas, el arte y la tecnología, pero también son metáforas de lo que alimenta a las sociedades, lo que las mueve y las hace seguir funcionando. A partir de ellas se estructura el resto como elementos subsidiarios que definen partes de la vida: los guantes de boxeo, metáfora de la violencia; pequeñas mascotas, símbolos de fidelidad y amor; los tubos que favorecen la relación y el intercambio imprescindible de la vida en sociedad. La dualidad está presente en toda la estrategia narrativa de la autora dando lugar a la paradoja de los complementarios que no se anulan sino se potencian, no forman un todo absoluto que significaría el estancamiento y la muerte, sino el flujo entre el movimiento y la resistencia, una comunicación entre las creaciones de la mente y la intuición, la tecnología y el arte, entre lo orgánico e inorgánico.

Marzia Farhana, Acto de resistencia, 2016-2018.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A lo largo de la muestra se ha mostrado todo un juego de estímulos y relaciones, de amores y desacuerdos, coherencias y colapsos para llegar a una cierta resolución en la sala final: las partículas fundamentales se ocultan bajo las capas visibles e invisibles de una materia cuya existencia es minúscula frente a la realidad del vacío. La oscuridad, la nada y el silencio son las estructuras imprescindibles del no ser que dan forma al ser. Sin los límites que definen el ser solo existiría la luz cegadora, la masa densa e informe y el barullo ensordecedor. Esta instalación titulada Amantes viendo la oscuridad, presencia desconocida, es como los yoga-sutras descritos en algunas escuelas de la filosofía oriental: un ejercicio que promueve frenar el ritmo de la mente y poner atención, de manera que se pueda «distinguir entre lo que es inmutable y lo que se modifica continuamente»5. Al entrar en un espacio absolutamente negro, se experimenta el miedo, la inseguridad y la inestabilidad. Es necesario trabajar la paciencia, ya que hay que esperar de 10 a 15 minutos en el más absoluto abismo de imperceptibilidad hasta que aparecen sutiles efectos luminosos, creados por pequeñas luces que rebotan en una red de hilos, que no se pueden ver hasta que los ojos se han habituado a la oscuridad. En ese lapso se vive ajeno al tiempo y el espacio, un desapego fundamental del yoga que prepara y limpia los órganos de percepción y la mente para experimentar una nueva forma de ser y estar.

Hay formas de arte que, como el Tao oriental, no se pueden describir ni nombrar, porque son experiencias que se diluyen al definirlas. Hay que aproximarse a través de la práctica, el pensamiento o la intuición. Con sus susurros, los artistas abren agujeros y construyen esas imágenes-jirón que Didi-Huberman6 describe, poniendo al descubierto las capas ocultas tras las apariencias y los discursos dominantes.

 

Notas_____________________________________________________________________________________

1- REALE, Giovanni y ANTISERI, Dario: Historia del pensamiento filosófico y científico III. Barcelona, Herder, 2010, p. 915.

2- DIDI-HUBERMANN, Georges: Imágenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto, Barcelona, Paidós, 2017, p. 17.

3- FOUCAULT, Michel: Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas. Buenos Aire, Siglo veintiuno editores, 1968.

4- REALE, Giovnni y ANTISERI, Dario: Historia del pensamiento filosófico y científico III. Barcelona, Herder, 2010, p. 734.

5- PANTAJALI: Yoga-Sutra de Pantajali, versión y comentarios de T.K.V. Desikachar, Madrid, EDAF, 2004.

6- DIDI-HUBERMANN, Georges: Imágenes pese a todo. Memoria visual del Holocausto, Barcelona, Paidós, 2017, p.122.