Entrevista a Martí Anson

por Virginia Expósito

 

 

Martí Anson (Mataró, 1967) nos invita a reflexionar sobre los espacios por los que circulamos en nuestra rutina y a los que no prestamos suficiente atención, haciendo que lo ordinario se vuelva extraño. Multidisciplinar y versátil, afronta diferentes papeles durante el desarrollo de la historia de su obra y en ella misma. Ha sido taxista, ladrón de cuadros, arquitecto, constructor de barcos. Todo durante y por un proyecto. Con su trabajo, el aburrimiento, el silencio y el conceptualismo se vuelven a replantear dos veces.

 

Trabajas mucho con espacios indiferentes en los que a veces incorporas elementos que interactúan con él. ¿Cuándo decides incorporar estos elementos? ¿Cómo contribuyen estos objetos al resultado final de la imagen? ¿El espacio representa la realidad que imaginas?

Trabajo como un arquitecto. Entender el sitio como espacio de exposición. Y si trabajas de esta manera, es necesario buscar diferentes opiniones y colaboraciones con profesionales. En cierto modo, mi posicionamiento es sacar el mejor provecho del espacio que utilizaré. Lo podríamos comparar con cuando buscas un piso para alquilar o comprar. La actitud delante de esta situación es imaginarte ese espacio como será en el futuro, no como es en realidad, y para ello lo que se acostumbra a hacer es preguntar a profesionales cuáles son las posibilidades de tus ideas. Las decisiones no son solo tuyas, y el proyecto se enriquece con la opinión de otra gente. Si esto lo ubicamos en el mundo del arte, el funcionamiento es el mismo. Pero, cuando se está trabajando en el mundo del arte con cosas cotidianas, ¿cuál es la frontera entre arte y realidad? No tengo la respuesta, pero al trabajar con colaboración y actuar en espacios no expositivos, el trabajo se enriquece en interpretaciones.

Copiar un edificio, hacer de taxista, construir un barco, hacer muebles, hacer una tienda de muebles, son cosas que hace la gente habitualmente, y mi actitud a la hora de actuar como artista o como arquitecto es lo que haría la gente de la calle. Sacar el mayor provecho allá donde puedo actuar. El resultado no importa, pero sí la posibilidad de variaciones de aquello que se había imaginado. El objeto final siempre depende de todo el proceso, e intento que tenga vida propia.

 

Provienes de la tradición conceptual. Creas situaciones paradójicas, invitas a la reflexión. ¿Qué rol desempeña el espectador frente a una de tus obras?

Sin espectador la obra no existe, aunque haya solo uno. En todo el proceso el espectador está presente, es un material más. La manera de introducir el espectador en mis proyectos es utilizar el tiempo como material. El tiempo expositivo como espacio de trabajo. Exponer el proceso para que el espectador lo pueda disfrutar a tiempo real.

 

Tus trabajos están en constante tensión con la contemporaneidad. Muchas veces el creador pone un gran esfuerzo para conceptualizar una idea que finalmente no tiene un efecto concreto. ¿Consideras que el arte contemporáneo es algo que no tiene que entenderse?

Cuando detienen a Philippe Petit después de que pasara sobre un cable entre las Torres Gemelas de Nueva York, un policía le pregunta: «¿por qué lo hiciste?». Y él respondió: «¿por qué? No hay un porqué». La pregunta que hago es: ¿por qué siempre nos preguntamos si se tiene que entender algo o no? Y la respuesta es que no tengo ni idea, pero lo cierto es que utilizar las cosas que pasan en la vida real como material de trabajo crea al espectador un acercamiento al trabajo. Eso no quiere decir que se entienda, pero abre las puertas a interpretaciones. No creo que el tema sea entenderlo. Hoy en día todo tiene que tener una explicación rápida, clara, infantil. Solo hay que ir a las exposiciones y encontramos todo marcado, codificado y explicado para poder conseguir una lectura rápida, fácil. Lo que uno se cuestiona es si jugamos a este juego o no. Para hacerlo fácil (es broma), y creo que tendría que haberlo dicho al principio de la respuesta, es que yo tampoco entiendo a mi vecino, y es un hombre como cualquier otro. Todo depende de las dos partes: si se quieren entender, el esfuerzo es mutuo; y si no consiguen entenderse, pasamos página, que no es tan malo.

 

¿Ves el proceso de creación e investigación como un mismo ente, o consideras que son dos entes independientes?

El otro día fui a la presentación de un libro y el autor hace una reflexión con la que me sentí identificado: «Es bueno explicar el final si lo que te interesa es el camino». El camino y lo que contiene es lo que importa; el resultado, al fin y al cabo, es lo que se te exige, pero a veces no haría falta. La investigación y el proceso van cogidos de la mano, pero siempre los valoramos como camino para llegar a una meta concreta. Cuando este proceso y la investigación están en presencia del público, se expone una cosa que no sabemos cómo va a terminar. El espectador lo tiene que disfrutar. Es aquí donde entran los factores que uno no controla, y todo está en el limbo entre el fracaso y el éxito. (No valorar tan solo el fracaso como una cosa negativa y a la vez el éxito como una cosa positiva.) Sabemos cómo planteamos el proyecto y cuál puede ser el resultado, pero no estamos seguros de cómo terminará. Y la pregunta que se me ocurre ahora es: ¿todo se termina cuando has finalizado el proyecto? Creo que no. La investigación es una cosa que siempre está presente y el proceso le sigue los pasos. Esto pone en duda el objeto final, y coloca encima de la mesa la posibilidad de no cerrar los proyectos. ¿Puedo cambiar de opinión al cabo del tiempo?

 

Hablando de tiempo, desde que se inicia un proyecto hasta que se acaba surgen variaciones, complicaciones, imprevistos, y supongo que también habrá algún golpe de suerte. La trayectoria de construcción de un proyecto se hace tangible en bastantes de tus obras. ¿Qué simboliza para ti la historia de creación de una obra?

El plan de la obra, aunque muchas veces sea frustrado, ¿qué intenta demostrarnos? ¿Qué vínculo mantiene esta «frustración» con el concepto del tiempo? El producto en el arte es muy secundario con respecto al acto creativo. Mi respuesta es que esperes un poco que piense la respuesta. Seguramente la idea que tengo de lo que se pregunta aquí no sea la adecuada, así que puedes esperar un poco… En este momento estoy un poco espeso y con las ideas no demasiado claras. No me he levantado de demasiado buen humor, y necesito tomar un café antes de plantear lo que me preguntas. ¡Mierda! Se me ha olvidado que tenía el café en el fuego. Un desastre. Tendré que hacer otra cafetera. Disculpa…

Siempre cuesta hacer un buen café. Por cierto, ¿te apetece una taza? ¿Uno o dos de azúcar? Es que no esperaba invitados a esta hora, y tendremos que esperar un rato a la segunda cafetera. Espero que esta vez no se me pase y se queme y podamos disfrutar de una buena taza de café, si te apetece esperar.

 

En una entrevista realizada para El Confidencial en mayo de 2016, Jaume Oliveras categorizaba tu trabajo como «la expresión del sinsentido». ¿Cuál es la utilidad del arte de Martí Anson?

La pregunta es si yo tengo la capacidad de hacer una cosa que sirva o sea aprovechada para un fin determinado o sacar provecho o beneficio de esta cosa. Creo que no. Esto quiere decir que seguramente soy un inútil. Rechazo la exclusividad de la dimensión comercial. Arte para un beneficio económico es insano. Entiendo que tenga un rendimiento económico, ahora bien, lo que me pone a la defensiva es que busquemos un rendimiento económico primero y después ya vendrán las otras cosas; creo que la cosa va al revés. Fina Miralles, cuando le dieron el Premi Nacional de Cultura de Catalunya de este año, ya lo dijo: «Llegó un momento que tuve que decidir: hacer arte para el capital o por la cultura, y yo me decidí por lo segundo». Está todo dicho, ¿no?

 

Afirmas que lo que haces en tu trabajo es copiar algo que alguien ya ha hecho antes. Tu lema es «vuélvelo a hacer y hazlo tú mismo». ¿Qué realidad buscas justificar con esta teoría?

El primer día de clase, Eduard Bru, de profesión arquitecto, les dice a sus alumnos: «Copia, copia siempre. Copia cosas buenas. Abandona para siempre la obsesión por la “idea”. Abandona también la búsqueda de tu “personalidad”. Copia. Copia meticulosamente. Si tienes algo que añadir, se revelará inevitablemente en la copia. Y si no es así, habrás aprendido el oficio, y sobre todo habrás causado el menor estropicio posible. […] Copia, por favor. Trata siempre los mismos temas cada vez mejor. Una acción exacta es superior a mil aproximaciones».

«Copia, por favor» sería la respuesta, y a la vez esta respuesta está copiada del título del artículo que el mismo arquitecto publicó en la revista Paral·lel de arquitectura.

 

¿Qué sentido tiene para ti elaborar una cartografía de artistas de media carrera en el contexto de Barcelona?

Esta pregunta es un chiste. Bueno, la actitud de crear cartografías es una broma. No tengo opinión sobre el tema y no quiero tenerla. Me parece un error poner estas cuestiones sobre la mesa a día de hoy. El problema que tenemos los artistas es que no nos comparamos con las otras profesiones, y creo que sería muy sano hacerlo. Politizar y estructurar el proceso profesional de los artistas en categorías es como hacer la lista de los libros más vendidos. Me da igual no ser el primero de la lista, y a la vez estar o no en categorías absurdas. ¿Yo soy un artista de media carrera? Si gano dinero con mi trabajo, ¿estoy en otro nivel? Si estoy presente en todas las exposiciones que se organizan en el territorio, ¿subo un escalón? Si expongo en el extranjero, ¿tengo más caché? Si no quiero exponer tan a menudo porque no me interesa, ¿bajo de nivel? Si tengo muchas galerías que exponen mi trabajo, ¿soy un artista mejor? ¿Cuál es mi respuesta a todo esto? Pues creo que me voy a pasear un rato y, cuando termine, me pondré a trabajar.

 

Como historia, ¿qué artista considerarías que es necesario descubrir? Y como espacio, ¿qué museo o galería crees que es una muy buena opción para visitar?

No quiero ser políticamente incorrecto en esta respuesta, pero un artista por descubrir podría ser tranquilamente mi padre: William Morris. Él ya lo dice: «El verdadero secreto de la felicidad reside en sentir un interés genuino por los pequeños detalles de la vida cotidiana».

Y el museo, a veces me he dado cuenta de que me gustan los paseos por el Museu Nacional d’Art de Catalunya. No me preguntes el porqué, pero las exposiciones de Perejaume, Francesc Torres i la de William Morris te dan para pasear tanto físicamente como mentalmente, sabiendo lo que ya contiene este museo en su colección. Piensa que si vas andando desde plaza de España, el paseo es muy placentero.

Y todo lo cuenta la Maniobra de Perejaume: «Ai, Perejaume, si veies la munió d’obres que t’envolten, no en faries cap de nova».