1.000m2 de deseo. Arquitectura y sexualidad

 

Anna Maria Guasch

1.000m2 de deseo. Arquitectura y sexualidad nos parece un proyecto fascinante, una fascinación que se deviene no sólo de la magnitud del mismo, casi más de 1000 metros cuadrados dedicados a explorar las no siempre bien estudiadas relaciones entre arquitectura y sexualidad en un amplísimo recorrido cronológico, del siglo XVIII a nuestros días, sino de las constantes  sorpresas  de una exposición a mitad de camino entre el “gabinete de curiosidades” y el efecto “túnel del tiempo”.

Todo es transversal en esta exposición, desde los saltos no lineales ni previsibles a lo largo y ancho de la historia, como los encuentros a veces furtivos otras más planificados entre piezas y objetos de disciplinas tan distintas como el cine, la literatura, la arquitectura (muchas maquetas), la pintura, el dibujo, las videoinstalaciones. Para que el visitante se pueda hacer una idea, tanto tienen cabida las pruebas de imprenta del Panóptico de Jeremy Benhanm (1787-1791), el óleo de Paul Delvaux, La llamada (1944), el audiovisual Casa para Josephine Baker (1927) de Adolf Loos o la video instalación de William Kentridge , Right into her arms (2016). A lo que habría que sumar libros, portadas de revistas ( en concreto de la revista PlayBoy), pequeños marfiles o producciones propias como la sorprendente Orgón del sexólogo austríaco seguidor de Freud,  Wilhem Reich, una máquina (el nombre deviene de la suma de las palabras organismo y orgasmo) con la que Reich pretendía activar la fuerza motora del reflejo del orgasmo.

En total, más de 250 obras que bajo un común denominador de explorar los espacios para el sexo , o, para ser más precisos como estos espacios ejercen de motor del deseo con el objetivo último de analizar cómo la arquitectura ha contribuido a la creación de estereotipos de género en nuestra sociedad. Y para articular este complejo discurso los comisarios han decidido dividir la muestra en tres grandes bloques temáticos: el de las “utopías sexuales” , el de los “refugios libertinos” que se plantea la pregunta ¿qué papel juega la arquitectura en las estrategias de seducción?, y el de las “sexografías” que busca dejar constancia de los riesgos que comportan los espacios de encuentro sexual públicos o semipúblicos.

La recreación de Oikema, casa de los placeres o templo dedicado al amor , una maqueta monumental de 1775-1779 de Claude-Nicolas Ledoux abre la primera sección, al lado de referencias al panóptico de Jeremy Bentham con una prueba de imprenta de un edificio para la vigilancia (Panóptico, 1787-1791) , a la literatura del socialista utópico Charles Fourier del que junto a un ejemplar de sus Oueuvres complètes de 1843), se presentan dibujos o croquis sobre el falansterios o “falanges”, comunidades en las que cada individuo trabajaría según sus pasiones más allá del concepto de propiedad. Nuevas referencias en este caso al Paris del siglo XVIII como capital del libertinaje las encontramos en los libros de Nicolas Restif de La Bretonne, en los prototipos del Marqués de Sade sobre casas de prostitución en París para , en un salto en el tiempo enlazar con otra construcción entre sexual y utópica, en este caso del artista cinético Nicolas Schöffer. Nos referimos al Centre de entretenimientos sexuales (1957), con estructuras relacionadas con el sexo con los que busca formalizar su Ville Cibernétique, que entendió como un verdadero laboratorio de placeres sexuales.

En un nuevo apartado “Refugios libertinos” se busca crear una ósmosis entre arquitectura y narración a partir de dos novelas emblemáticas La Petite Maison (1758) de Jean-François de Bastide y Point de lendemain (1777) de Vivant Denon (exhibidas en sendas vitrinas) . Bajo esta doble referencia se recrean desde petites maisons de la aristocracia francesa del siglo XVIII, hasta proyectos de la década de los años sesenta Y setenta del siglo XX como de Villa Rosa (1966-1970) de Coop Himmelb(l)au, un conjunto de prototipos y de performances urbanas con los que buscaban un cuadro de vida nuevo, marcado por los vuelos espaciales o como la futurista House of the Century del colectivo de arquitectos estadounidense Ant Farm (1971-1973).

Quizás, pero, lo más singular de este apartado es el dedicado a la revista PlayBoy) que, según palabras de su comisaria Beatriz Colomina, constituyó una de las mejores plataformas para que junto a los “centerfolfs” ( páginas centrales) el lector masculino pudiera acercarse al pensamiento de McLuhan, Luther King, Fidel Castro , así como acceder no sólo a las playhouses sino a los grandes retos de la arquitectura, organismo y ciudad contemporáneas.

La exposición cierra con un movie theater , la llamada Sala XXXB, una sala de cine porno como las que existían en los años setenta y con las que se vivió una progresiva sexualización para asumir la pornografía legal. Pero quizás lo más destacado de este espacio son las fotografías (Kohei Yoshiyuki y Larry Sultan) , los videos (Usula Biemann), los dibujos (Ania Sioliman) y las que se anuncian como futuras performances de Joan Morey (Tour de forcé, 1917), en las que, tras la senda del situacionismo de Guy Debord, del que también se presenta su The Naked City (1957) apuntan algunas de cartografías de lo que las comisarias denominan “pasiones contemporáneas” o espacios de encuentro del sexo contemporáneo.

 

Título: 1.000m2 de deseo. Arquitectura y sexualidad.

Fechas: Del 25 de octubre de 2016 hasta el 19 de marzo de 2017.

Lugar: Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB).

Comisarias:  Adélaïde de Caters y Rosa Ferré.

Foto: CCCB, 2016.

Publicación original: http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-construir-sexo-utopias-cartografias-y-refugios-libertinos-201610311216_noticia.html