A oscuras con Tony Oursler

Tony Oursler «L7-L5. Imponderable»
Caixa Fórum.
Barcelona. C/ Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8.
Hasta el 3 de septiembre

 

ANNA MARIA GUASCH

Expuesta por primera vez en 1984 en The Kitchen (Nueva York), una de las dos obras de esta exposición, «L7-L5», se ha convertido con los años en una pieza paradigmática del trabajo de Tony Oursler (Manhattan, 1957), en especial, de aquel que tiene más que ver con la marginalidad y las subculturas de la sociedad norteamericana posterior a los eufóricos años pop. A diferencia de artistas de la Costa Oeste -donde se educó- como Mike Kelley Paul McCarthy, él no se acerca a lo abyecto, ni se deja influir por los accionistas vieneses al tomar el cuerpo como pretexto para manifestar situaciones de desasosiego, sino que se vale de lo natural y corporal para proyectar su fe en lo sobrenatural, en la hipnosis, en el esoterismo, la magia, el más allá…

Quizás sea interesante señalar cómo ya en 1984, para «L7-L5» (recientemente adquirida por «la Caixa»), el artista generó un «entorno de oscuridad» o, mejor, «de oscuridad doméstica», en el sentido de que buscó emular las habitaciones donde la televisión se ve de noche. En el espacio expositivo todo es nocturno. Y la única luz es la que emite el televisor. Y así habría que entender cada una de las piezas de la instalación: imágenes animadas de vídeo que emergen como luces de color y que proyectan a niños jugando en el reino de la ciencia ficción, junto a otras de adultos que parecen inspirarse en la novela de Gerard K. O’Neill «The High Frontier» (1977), centrada en la existencia de colonias humanas en el espacio (de hecho, L5 corresponde al punto en el que un objeto se mantiene equidistante de la Tierra y la Luna).

Historias múltiples

Dicha instalación culmina con la película «Imponderable» (2016), basada en una técnica inventada en el siglo XIX de ilusionismo para el teatro, los trucos de magia y atracciones como la de la casa del terror. Con esta base, «Imponderable» se nutre de una multiplicidad de imágenes, algunas apropiadas, cuya temática -lo paranormal, lo mágico, la pseudociencia- buscan constantemente crear una contradicción entre los avances tecnológicos y los fenómenos ocultistas.

En «Imponderable», presentada por primera vez en el MoMA en 2016, el artista, valiéndose de su archivo, busca ofrecer una historia múltiple que incluye lo social, lo espiritual y lo empírico. Un conjunto de personajes (Sir Arthur Conan Doyle, Houdini, Mina Crandon…), junto a otros, miembros de su familia, son recreados por un ecléctico conjunto de actores y músicos que interpretan escenas cotidianas con un macabro humor y un surrealismo teatralizante que insiste en la imagen desmitologizada de la sociedad americana, pero, por extensión, también la global, presa del desorden y del malestar, o, como diría Freud, de lo extrañamente familiar. El cuerpo se ofrece como último refugio de la autenticidad, como sostén privilegiado de lo falso, de lo artificial, de una sociedad rehén de la industria de las imágenes, de la informática y del abismo entre lo normal y lo paranormal.

Publicado en ABC Cultural el 07/07/2017