Kader Attia
Las cicatrices nos recuerdan que nuestro pasado es real
Fundació Joan Miró. Barcelona
Hasta el 30 de setiembre de 2018
Exposición organizada por la Fundació Joan miró y la Obra Social “la Caixa”
ANNA MARIA GUASCH
Kader Attia, (Dugny, 1970), merecedor del Premio Internacional Joan Miró de 2017 nos dio las claves de como entiende la practica política como un compromiso entre ético y político en su instalación en la Documenta 13 de Kassel de 2012. Su macrointslación titulada The Repair from Occident to Extra-Occidental apuntó hacía el concepto clave de todo su trabajo, el de “reparación”, que desarrolla también en su monográfica en la Fundación Joan Miró de Barcelona. Reparación como un instrumento de antropología cultural y de resistencia por el que objetos (esculturas realizadas por artistas tradicionales de Dakar, Senegal y distintos lugares de la Africa Sub-sahariana) muestran distintas heridas en su piel y las huellas imperecederas del paso de la historia. En este sentido, la doble proyección de diapositivas Open your Eyes de 2011 se presenta como una suerte de memorial que apunta hacia el gran teatro de la guerra moderna, en concreto, la Primera Guera Mundial donde a los rostros masacrados y gravemente desfigurados de los soldados que regresaron a sus hogares tras el fin de la contienda, se solapan sin ningún tipo de jerarquía y en constante zona de fricción con miles de objetos africanos- máscaras y esculturas- que llegaron rotos y fragmentadas a Europa, pero en esta ocasión como objetos exóticos, como elementos de otredad, y siempre fruto de relaciones desiguales.
Kader Attia relaciona estas dos clases de recuperaciones partiendo de la base de la que será una de las reflexiones fundamentales de su trabajo: al contrario que en Occidente , que siempre “busca poner las cosas en su sitio, siguiendo la perfección propia del pensamiento occidental, en el mundo no occidental la reparación no regresa al estado inicial, sino que le da una forma distinta al objeto roto, y crea así , un nuevo vocabulario estético”.
Es bajo este nuevo vocabulario basado en una confrontación entre “dos universalidades”, la Occidental y la africana, que Attia ha concebido su exposición de Barcelona con un total de 20 piezas (fotografías, videos, esculturas e intervenciones) algunas de ellas, de reciente producción, con un discurso curatorial (el artista como su propio comisario, en este caso) en el que cada pieza parece ocupar un lugar inequívoco en una cartografía de cuatro grandes espacios marcados por la herida, el dolor del pasado, la memoria y la deuda social e histórica.
El primer espacio, el dominado con un intenso diálogo entre arquitectura e historia colonial se inicia con una escultura en el suelo de 2009 (Coscous), una maqueta en negativo de una ciudad en el desierto con una imagen de “ausencia” que se repite en el video La Tour de Robespierre (2018) y en la instalación escultórica Indépendance Tchao (2014), un nuevo ejemplo de cómo la arquitectura (en este caso simulando la fachada de un Hotel de Dakar hecha con archivadores policiales vinculados con la represión) puede convertirse en una propia cicatriz en el espacio público.
El segundo lugar en esta cartografía de la herida, lo protagoniza otra de las grandes instalaciones escultóricas del artista, posterior a Kassel 2012, L´accuse (con claras alusiones al célebre caso Dreyfus de Émile Zola) , con bustos de madera sobre bases de cristal que representan rostros rotos víctimas de la Primera Guerra Mundial o, como sostiene el artista, “espejos o fantasmas de las historias pasadas, presentes y futuras, más allá de todo relato hegemónico y universalista”. Las dos ultimas cartografías de la muestra recrean la metáfora del espejo que duplica nuestra imagen tanto individual como colectiva. Obras de pequeño formato a partir de espejos rotos y fragmentados (Mirror Mask o Repaired Broken Mirror#9) nos conducen hasta la que es la obra cierre de la exposición, el film Reflecting memory (2016), un “poema cinematográfico” con entrevistas a cirujanos, psicoanalistas y neurólogos sobre la posible asociación entre amputación y trauma. Algo que volviendo al punto de partida, y a modo de bucle sin fin, requeriría de nuevo reparación como una auténtica terapia.
Publicado en ABC Cultural el 28/06/2018