Sacarle los colores a Antoni Tàpies

Antoni Tàpies. Biografía política
Fundació Antoni Tàpies.
Barcelona. Carrer d’Aragó, 255
Hasta el 24 de febrero de 2019
Comisario: Carles Guerra

 

ANNA MARIA GUASCH

A pesar de que Duchamp afirmó que uno nunca se debe fiar de las palabras de un artista, lo cierto es que el cambiante e intenso siglo XX abundó en escritos de creadores, autobiografías o también memorias. Fueron muchos los que se creían singulares, únicos, o simplemente «obras de arte» (como Dalí), junto a esos otros cuya intensidad de vida o de compromiso sociopolítico podía quedar soterrado en obras no explícitamente críticas, y que sintieron por ello la necesidad de narrar su mundo más allá de su aportación plástica.

A los cuarenta años, Antoni Tàpies, inspirado -entre otros- por Delacroix, Gauguin, Van Gogh, Cézanne y Klee, se encontró en la disyuntiva de, según sus palabras, «narrar las circunstancias de su vida», las influencias que había recibido, su manera de acercarse al pasado inmediato a partir del presente.

Arte y propaganda

De esa necesidad surgió Memoria personal. Fragmento para una autobiografía, texto que empezó a escribir en 1966 y que publicó once años después. Una memoria escrita en la época tardofranquista, momento en el que el arte era un importante valor de propaganda internacional para el régimen, editada en el primer despertar democrático, una vez la figura de Tàpies estaba plenamente consolidada.

A partir de Memoria personal, la Fundación Antoni Tàpies, bajo la responsabilidad de su director Carles Guerra, que ejerce de comisario de la muestra, presenta Antoni Tàpies. Biografía política, exposición que de alguna manera inicia el proyecto de conmemoración del centenario del nacimiento del artista, que se celebrará en 2023. La propuesta es de gran interés básicamente por dos motivos. El primero es que parte de una clara voluntad de replantear la figura de Tàpies de manera global y con una perspectiva de presente. El segundo surge del hecho de que, a pesar de que se deriva de la biografía fragmentaria del pintor, la exposición no es propiamente biográfica, sino que se basa en la voluntad de evidenciar las razones de sus obras en un período que abarca de 1946 a 1977.

La cita se plantea así de manera diversa, no uniforme, a partir de signos, maneras pictóricas, acontecimientos artísticos o bien otros de carácter político. La cruz, el toro y la T son los símbolos en torno a los que gira. Los dos primeros son iconos de dolor, de muerte, de tristeza, símbolos que en Tàpies, sin embargo, es difícil asociar a acontecimientos o a momentos históricos concretos. La T, frecuente a partir de 1966, se relaciona con Teresa -su mujer-, pero también es la inicial de su apellido, lo cual nos lleva a pensar en el mundo cotidiano, el más cercano, aquel que le hace abandonar las «categorías universales» o los «valores eternos».

El ámbito de los acontecimientos políticos o artísticos está representado fundamentalmente por dos hechos. El primero, su inclusión en la Documenta 3 de Kassel, una cita en la que se daba valor al individuo por encima de sus circunstancias. De distinto orden es el recuerdo que se hace de la participación de Tàpies en la llamada Caputxinada, encierro que tuvo lugar en 1966 en el Convento de los Capuchinos de Barcelona con motivo de la asamblea constituyente del sindicato de estudiantes de la Universidad de Barcelona.

El propio Tàpies afirmaba en su Memoria: «No cabe duda de que aquello fue importante […], una verdadera bofetada al régimen, el cual tuvo que tragar […] aquel gesto democrático, en favor de la libertad de reunión, sindical y de expresión». Este es el Tàpies que, en definitiva, se presenta en la muestra.

Publicado en ABC Cultural el 20/06/2018