Pensamientos encerrados con sus libros

La habitación de los libros prohibidos: Alicia Framis
Il Salotto. Blue Project Foundation.
Barcelona. Carrer de la Princesa, 57

 

ANNA MARIA GUASCH

Alicia Framis (Barcelona, 1967) concibió su primera Habitación prohibida a raíz de su exposición en la galería Juana de Aizpuru en 2013. Allí, la pieza (una habitación llena de metyrapone en polvo) funcionó como un «antimonumento» en el sentido de que no buscaba tanto el recuerdo, sino el olvido. Esta obsesión por los espacios «negativos», «espacios de resistencia» o «utópicos» que la llevaron a proyectar habitaciones del grito, de protesta o de disidencia se condensa en el proyecto que presenta en el espacio Il Salotto de la Blue Projection Foundation.

Una casa-habitación de madera a la que se invita al público a penetrar y a usar como si de una biblioteca-salón se tratara. Cojines, colchonetas y luces rodean sus muros de estanterías, en las que se ordena un conjunto de libros de distintos tamaños pero con la misma portada negra y con la impresión de los títulos en blanco. La pieza, a primera vista, presenta una apariencia claramente conceptual que recuerda al trabajo del norteamericano Joseph Kosuth, que en muchas de sus propuestas redujo la obra de arte a palabras e ideas para acabar convirtiéndolas en puros conceptos siguiendo la lógica duchampiana. Pero en Framis las palabras y la escritura no se desvanecen en tautología, sino que remiten a títulos objeto de censura a lo largo de la Historia, libros «prohibidos», es decir, de infamia dentro de la historia literaria; infamia que deriva de cuestiones tanto políticas como religiosas o sexuales. Así se contarían, entre muchos otros, los libros prohibidos por el régimen nazi de Kakfa (Las metamorfosis); los Versos satánicos de Salman Rushdie, considerados blasfemos por parte de la comunidad islámica, o algún texto de Henry Miller, tenido como «hijo de putrefacción».

En la selección encontramos el Cándido de Voltaire; los escritos de Giordano Bruno; Lolita, de Nabokov, considerada inmoral, y así hasta 200 libros que no sólo plantean el problema de la censura en distintos momentos -también abordada por otros artistas como Muntadas en The File Room (1994)-, sino que se pone el dedo en la llaga sobre otros de los dispositivos de alienación o coacción dentro de las estructuras culturales y sociales: cómo la libertad de expresión propia de países desarrollados es cercenada e incluso judicializada. Pero, a diferencia de cómo los espectadores / internautas interactúan y alimentan el proceso sobre la censura en Muntadas, en el caso de Framis lo que destaca es la dimensión abierta y participativa, también pasiva, de la misma, que convierte el espacio en ámbito de estudio y reflexión donde cualquier espectador solo puede interactuar con los libros de una manera contemplativa.

Publicado en ABC Cultural el 01/02/2017